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Métodos de dopaje ayudan a curar el Coronavirus

La rocambolesca historia de la clínica ibicenca

Un diario de una seriedad contrastada, El Correo, ha lanzado una hitoria de lo más insólita que hemos oído nunca.

Tal es así que la ponemos tal cual ha sido escrita 

«Los médicos que luchan contra el coronavirus en la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, en Ibiza, han recurrido al ozono y han tratado con éxito a varios pacientes del Covid-19.

«Cuando me empezaron a hacer esto me encontré mucho mejor. Me cambió completamente la vida», relató en el ‘Diario de Ibiza’ Sergio Tonelli, el primer contagiado sometido a esta terapia en la clínica. Tiene 49 años. Estaba en la UCI. Iba a ser intubado. «No sabía si iba a salir. Sentía que cada vez respiraba un poco menos».

Los doctores del servicio de Urgencias dieron el visto bueno al tratamiento con ozono y ha dado resultado. Tonelli mejoró enseguida. «Con la primera sesión ya me encontré más animado. La segunda fue mejor y me dio confianza en salir de esto», contó. Se ha sometido a seis sesiones y está muy recuperado. Aunque hay dudas en la comunidad científica sobre los beneficios del ozono frente a su toxicidad, en este caso ha funcionado. Bien lo saben algunos deportistas, que lo han usado como dopante.

El ozono es una molécula con tres átomos de oxígeno y dos caras, la buena y la mala. Forma parte en la atmósfera de la capa que nos protege de la radiación ultravioleta, pero al mismo tiempo es un gas tóxico si lo respiramos en altas concentraciones. En el deporte se empezó a hablar de él en el Giro de 2009 y durante el Tour de 2012 fue detenido el francés Remy di Gregorio, delatado por el naturópata que le había sometido a un tratamiento con ozono para aumentar su rendimiento. Dijo que le sacaba sangre, la enriquecía con este gas y luego realizaba la transfusión.

Con esa dosis de ozono en las venas, aumenta la oxigenación de los músculos. Más cilindrada. Pero extraer sangre y volver a inyectarla es un método dopante. Al final, Di Gregorio se libró del castigo hasta que en 2018 dio positivo por EPO, una hormona que también enriquece la sangre, y fue suspendido.

EPO sintética

Muchas enfermedades tienen como efecto colateral la disminución del oxígeno en el torrente sanguíneo. Provocan anemias. Por eso la industria farmacológica creó, por ejemplo, la EPO sintética, que aumenta el número de glóbulos rojos, los transportadores del oxígeno. Esos avances acaban en el deporte, en manos de los que buscan atajos. La EPO ha sido una de esas pociones mágicas y, aunque muy perseguida, aún resiste.

El ozono es más reciente. Recurren a la ozonoterapia deportistas que quieren acelerar la recuperación de sus lesiones. Este gas, además de aportar más oxígeno al músculo, tiene un efecto antiinflamatorio. La ozonoterapia es un recurso legal en el deporte. Lo que no se puede hacer es extraer la sangre y luego reintroducirla una vez enriquecida. Eso está prohibido desde 2011.

Con el chute de ozono no se eleva el nivel de hematocrito (número de glóbulos rojos), por lo que no es fácil de detectar en las pruebas antidopaje. En el ‘caso Di Gregorio’, el arresto del corredor francés vino tras un chivatazo. Ese uso fraudulento del ozono es la cara oculta de su utilización en otros ámbitos, como ahora en la lucha contra el coronavirus. Ya se ha empleado en China e Italia, también con buenos resultados. La policlínica de Ibiza es la pionera en España. Y aseguran allí que su efecto «es espectacular».

Los médicos han comprobado que, además de mejorar la oxigenación y ser un vasodilatador, reduce la respuesta inflamatoria en los pacientes, que es lo que en muchos casos provoca la muerte. Funciona, en cierto modo, como los corticoides, aunque sin debilitar el sistema inmunológico. A la espera de una vacuna, la medicina saca su arsenal contra el Covid-19. Y resulta que un truco de deportistas dopados para ser más resistentes también sirve para ganarle la carrera al virus.»

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