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Mentalidad ironman para acudir a un IRONMAN

Sonia Bejarano nos aconseja con que mentalidad hay que llegar a la distancia ironman.

Eres un “hombre de hierro” ¿tu motivación también lo es?

Para preparar un Ironman y cualquier otra prueba de menor distancia en la que se quiere sacar el máximo rendimiento posible, se necesitan un compromiso y una dedicación únicamente realizable con altas dosis de motivación. El deseo interior, la ilusión de vernos en la línea de salida de esa competición y soñar con hacerlo bien, nos hace superar, no sin grandes esfuerzos, todas las dificultades del día a día. Anteponemos nuestra propia comodidad, horas de descanso y familia, en una empresa que nos llena, sin embargo, ese estado de predisposición y de meta bien enfocada no siempre logramos alcanzarlo, en ocasiones sufrimos episodios en los que sentimos que no estamos al 100% y nos preguntamos por qué.

La trayectoria deportiva de un deportista es muy larga y considero que no debemos agobiarnos por una fase de desánimo, aunque es importante y urgente redirigir nuestra atención en entender lo que nos pasa y corregir la conducta cuanto antes para poder disfrutar de la actividad que más nos gusta.

Para comprender lo que comento voy a proponer tres ejemplos de falta de motivación o apatía en deportistas y cómo podemos corregirlo. Me baso únicamente en mi experiencia personal y actitudes de deportistas cercanos, por ello, creo interesante acudir a un profesional, psicólogo deportivo (un psicólogo deportivo no es necesariamente un coach y un coach no es un psicólogo deportivo, antes de trabajar con cualquiera de estos profesionales infórmate de su trayectoria, últimamente proliferan cursos de coaching no reconocidos por el Ministerio de Educación), que nos ayude a profundizar en este tema de la motivación y en otros que solemos manejar como deportistas; la atención, la gestión del esfuerzo y otras muchas otras herramientas de las que podemos sacar rendimiento.

Algunos ejemplos de falta de motivación con sus posibles soluciones serían los siguientes:

-Caso 1. Objetivos no conseguidos. Si esto ocurre con frecuencia puede que estemos proponiendo objetivos poco realistas. En ocasiones un deportista, afronta una competición en la que desea realizar cierta marca personal o puesto, al no conseguirlo se hace patente su desánimo, su ilusión por la práctica deportiva se ve dañada a la vez que su confianza. Cada carrera empieza a convertirse en un reto personal difícil de manejar puesto que el foco se ha desviado de la sensación de disfrute inicial por su deporte, a ponerse a prueba y obligarse en cada carrera a batir esa marca, sin que sea el momento adecuado para ello.
Solución: Un objetivo debe ser alcanzable, posible (ni fácil ni difícil) y suele ser una progresión de anteriores. El objetivo es evaluable y debería consensuarse con el entrenador, quien aporta una visión objetiva y diferentes escenarios y grados de consecución del mismo. Lograr un objetivo conlleva trabajo, dedicación y esfuerzo, por eso, seguramente no podremos repetir la hazaña cada vez que “nos venga en gana”, necesitaremos una preparación adecuada. Existen diferentes clases de objetivos; de consecución de resultados (puede ser hacer una marca o registro o conseguir un puesto o una clasificación) y objetivos de realización de capacidades (cuando logramos desarrollar cierta cualidad o estrategia de carrera durante la prueba)
Por todo ello, deberíamos ser capaces de saber ponernos diferentes objetivos, siempre realistas, acordes con nuestro estado de forma, con nuestras capacidades, entrenamiento y con las circunstancias personales y condiciones que se den en carrera (meteorológicas, estratégicas etc). Es posible dibujar varios escenarios en los que situemos diferentes grados de consecución del mismo en el caso de que se trate de un objetivo realmente ambicioso.

Caso 2. Cuando no encontramos objetivos. A veces, después de una etapa de verdadera dedicación a un objetivo, nos sentimos vacíos y no logramos centrar nuestra cabeza en ninguna carrera. Otras veces, es un tiempo de parón deportivo el que nos saca de la rutina y nos impide discernir lo que queremos hacer. Y otras, nuestra salud, lesiones o circunstancias personales imposibilitan el coger ritmo o continuidad en las sesiones de entrenamiento y parece que no llega el día en el que puedas ponerte un dorsal. Parece que sin una fecha competitiva certera a la vista no somos capaces de entrenar y nos cuesta salir motivados.

Solución: Aprende a disfrutar de nuevo. El verdadero fin de cualquier práctica deportiva, sobre todo en amateurs es el puro disfrute. Incluso los profesionales, necesitan del motor interno de la motivación (disvertirse) para rendir en entrenamientos y competición. La motivación puede ser intrínseca (interna, basado en el propio disfrute) o extrínseca (proviene del exterior y normalmente lleva asociado algún tipo de recompensa en forma de resultado/premio o de reconocimiento). En este caso tendrás que trabajar la primera aprendiendo a ponerte objetivos que no tengan que ver con los resultados, si no con las capacidades y segundo, centrarte en el propio proceso y disfrutar del día a día, con metas cercanas, ya que una meta lejana podría llevarte de nuevo a desilusiones o frustraciones al no poder cumplirlas. Date tiempo y espera a tener estabilidad para marcarte futuras competiciones. Vuelve a disfrutar del simple hecho de entrenar, seguramente muchos empezáramos así, porque nos sentíamos bien y nos gustaba.

Caso 3. Falta de reconocimiento. Por último, no todos los deportistas demandan el mismo grado de atención. Los hay independientes que no necesitan del refuerzo constante de su entrenador, familia y amigos y los hay que les gusta o necesitan recibir de manera habitual una palmadita en la espalda. Si eres de los que vas de un entrenador a otro en busca de ánimos porque necesitas ese refuerzo externo constante para salir a entrenar, sería interesante aprender a ser más autónomo. Cada uno tenemos una personalidad y necesitamos comunicarnos más o menos pero tu confianza y seguridad en ti mismo no debería estar supeditada al reconocimiento público o a palabras de ánimo y refuerzo de los que tienes cerca.

Solución: Busca un entrenador que se preocupe por tu rendimiento y que diseñe planes de entrenamiento adecuados. El trato personal también es importante, debe darte confianza, sin embargo, deberías aprender a trabajar en la autoconfianza y buscar estrategias de autocontrol que te ayuden a no depender de la aprobación continua de tu alrededor. A veces es el propio ego el que nos hace demandar el aplauso externo, sin embargo, en la medida que te suponga una limitación para lograr una meta debería ser un punto de trabajo para un crecimiento personal.

Estos son algunos casos habituales que podemos encontrarnos en el mundo del deporte. La motivación es muy importante en el día a día simplemente para ser feliz y desarrollar bien (con interés) un trabajo. No es raro que se resienta en determinadas ocasiones pero tenemos que aprender a saber cómo reconstruirla. No soy psicóloga deportiva por ello recomiendo a http://psicologiaexcellence.com/ para cualquier información y profundización del tema.

FOTO: IRONMAN

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